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martes, 29 de diciembre de 2009

Contra la pavifobia


La Navidad es para los niños. Es decir, todos los regalos son para ellos y el premio consuelo de los adultos suele estar en la mesa. Así que el fin de semana cociné como ama de casa de 1950 y terminé tan cansada que van a pasar algunos días para que vuelva a apoderarme de las ollas. Eso sí, anticipándome a la pavifobia que sucede las fiestas, decidí preparar cosas bastante inactuales, como para que las recetas se repliquen a lo largo del año. 

Día 1: Primer ritual
He aquí lo que en casa hemos llamado nuestro primer ritual de familia: comer pastel de choclo en Nochebuena. Fui al supermercado el 24 en la mañana y empecé a cocinar con música y calma. ¿La receta? Es de Sandra Plevisani y lo bueno es que constituye una base perfecta para que el amateur experimente a su gusto. Para empezar: hervir 8 choclos en agua con un poquito de anís (que aligera la digestión) y de azúcar (para que explote el sabor). Esperar es la peor parte porque parece que nunca fueran a estar tiernos, aunque he calculado que están listos en una hora. Consejo: hagan algo divertido mientras eso pasa, como ver un par de capítulos de alguna serie, leer un libro, huevear en la computadora, etc. Luego todo es más sencillo. Hay que picar una cebolla roja en cuadraditos y dorarla con una taza de crema de ají amarillo. Por supuesto, Sandra enseña a prepararla, pero nosotros no tenemos por qué complicarnos tanto y podemos comprar Ají de Teo (es riquísimo y lo encuentran en Tanta) o cualquier otro. 
Para ese entonces el choclo ya debe estar cocido, así que debe trasladarse a un procesador o a la licuadora. La primera vez que hice esta receta licué el choclo sin líquido alguno porque así decía el libro. "Queremos una masa tosca", blabla. Sentí un olor extraño, empezó a salir humo del aparato y, en resumen, quemé la infalible licuadora Oster antes de que llegaran los invitados. El buen vecino (que es mi cuñado) me prestó la suya, pero como no siempre se tiene esa suerte les digo que usen leche, por favor. No se trata de hacer un milkshake andino, pero sí de formar una crema espesa y con uno que otro grano a medio deshacer. Cuando eso está listo se le agrega a la olla donde se estuvo dorando la cebolla y el ají. Mover, mover, cocer, cocer, salpimentar y dejar enfriar.
Entonces echar una taza de leche evaporada, media taza de azúcar (o un poco menos, dependiendo de qué tan dulce les guste), tres huevos y dos sobres de queso parmesano. Precalentar el horno a 350 grados, enmantequillar una fuente grande y colocar la mitad del preparado. Sobre él se puede jugar a lo que uno quiera: espolvorear bastante mozarella rallado, queso de cabra, queso de paria. O combinarlo con champignones y finas hierbas. Se cubre con la otra parte del choclo, queso parmesano y al horno por una hora. Se sirve con pavo, carne, jamón, ensalada, etc., etc.

Día 2: El aliño lo es todo
He pasado gran parte de mi vida acompañando a mi mamá en la cocina y ese es uno de los espectáculos más maravillosos que he visto. Mi función era la de una acompañante y asistente, lo cual considero un verdadero lujo porque me enseñó cosas que hoy puedo poner en práctica de manera natural. Pero antes de tener mi propio hogar, como les digo, mi límite creativo se reducía a la ensalada y su aliño. Así que esa siempre ha sido mi misión en la mesa familiar y el último 25 de diciembre quise continuar con la tradición. Solo que esta vez sentí que mi papá estuvo realmente feliz con el resultado, tan simple como esto:

Lechugas, espinacas, albahaca, peras en almíbar, tocino crujiente y almendras tostadas. ¿El aliño?: Partes iguales de aceite de oliva, el almíbar de las peras, vinagre balsámico, sal y pimienta. 

Día 3: Piqueos post Navidad
Pasadas las fiestas llegó el sábado dedicado a los amigos. Descubrí un maravilloso queso brie de cabra y lo acompañé con tostadas, uvas, jamón navideño, trago y champignones salteados. Los hice por primera vez en olla de barro y creo que los haré allí para siempre. Doré varios dientes de ajo con trozos de kión, sal y hojas de salvia. Al final agregué los champignones y listo. Luego partimos al concierto de 'Los amigos invisibles' y regresamos antes de tiempo (lo siento, J) porque después de la media noche soy como un conejo sin pilas Duracell.

Día 4: Las sobras
Domingo, por fin. Nadie quiere salir de casa pero tampoco pedir delivery. Aún así, el hambre acecha a las dos de la tarde. Recordé que había comprado pez espada el otro día y nos armamos de paciencia para esperar a que este descongelara. En el refrigerador también encontré el zapallo loche que conseguí en el mercado de Magdalena la vez pasada y lo metí al horno. Nota: descubrí que el loche se cocina más rápido con agua y sobre la hornilla. En fin, mientras todo eso estaba listo doré una cebolla roja, kión y tocino (restos de los días anteriores, claro). Reservé un poco en un pocillo y a lo que quedó en la olla le agregué un chorro de pisco y varias ramas de hierba buena y salvia. Encima, el pescado. Lo tapé y esperé a que se cocinara en su propio vapor.
Por otro lado, licué un trozo pequeño de loche (con cáscara y todo), pocas almendras tostadas, aceite de oliva, leche y la reserva de cebolla, kión y tocino. Derretí un trozo de mantequilla en una cacerolita y le agregué la crema que acababa de hacer en la licuadora. J se encargó de aplastar el resto de zapallo y lo metió a la olla. Al final nos dimos cuenta que toda esa preparación necesitaba pasar por la licuadora de nuevo y quedó un rico puré que acompañamos con el pescado sudado y una ensalada preparada con las últimas hojas de espinaca. Ahora sí, a descansar.

2 comentarios:

  1. El pastel de choclo, un clásico instantáneo. La ensalada, celebradísima. El piqueo, motivó llevar el kión al siguiente nivel (signifique eso lo que signifique). El puré de zapallo loché, con sólo escribirlo, me hace salivar. ¡Gracias!
    J.

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  2. Los champignones salteados fueron una verdadera delicia. Si nos hubiésemos quedado en casa en vez de partir al concierto, hubiese terminado de lamer el posillo. todo deli, un beso gigante
    (conejo duracell sin pilas, versión 2)

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